Mi experiencia haciendo un voluntariado en Barcelona

Te cuento mi experiencia haciendo un voluntariado en Barcelona en un hostel creando contenido audiovisual. Una tarea desafiante que me enseñó mucho.

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Hacer un voluntariado, sin importar el lugar donde sea, ya es una experiencia única que deja huellas para siempre. Y si encima, ese voluntariado es en la mágica Barcelona, los resultados se potencian. 

Sigan leyendo para conocer mi experiencia.

Haciendo un voluntariado en Barcelona en el Hostel 360 Arts, en el corazón de la ciudad

¿Hay adjetivos que no hayan sido adjudicados todavía a Barcelona? Una ciudad mágica, imponente, llena de vida, llena de cultura, donde se respira arte y donde nos podemos perder por horas en sus pequeños callejones sin cansarnos de caminar. No creo que haya mejor plan para Barcelona que caminar todo el día. Por eso, cuando surgió la oportunidad de ser voluntario en esta ciudad, no lo dudé ni un segundo.

Tuve la oportunidad de visitar Barcelona varias veces. Solo. Con un amigo. Con varios amigos. Con mi novia. Pero nunca como voluntario. Ver la ciudad con una nueva óptica, con una nueva perspectiva, me ilusionaba muchísimo. Cuando los ojos ven de una manera distinta, uno encuentra cosas que se esconden a simple vista. Estaba, sin duda, muy emocionado.

Me contacté con Juampi, encargado del Hostel 360 Arts, unas semanas antes para coordinar las actividades a realizar. En este caso, creación de contenido audiovisual para que ellos puedan subir a sus redes sociales y sitio web. Una tarea desafiante, que a su vez me emocionaba mucho. 

Soy Ingeniero en Informática y me encanta poder aplicar mis conocimientos durante mi viaje. No soy de esos que reniegan por lo que estudiaron. Si bien no ejerzo mi título de una manera explícita, mi carrera me enseñó mucho y aplico lo que aprendí día a día, de diversas maneras.

Aunque mi última experiencia de voluntario había sido en un hostel en Las Palmas de Gran Canaria, las tareas eran totalmente distintas. En Las Palmas, el voluntariado consistió más en labores de recepción, limpieza, turnos nocturnos y ayudas en general.

 Esta experiencia en Barcelona tenía más que ver con la que tuve en Kyoto, Japón, hace ya casi un año cuando manejamos, junto a mi novia, las redes sociales de una guesthouse. Ni mejor ni peor. Tareas diferentes. Experiencias distintas. De todo se aprende. Siempre

¿Fue difícil mi voluntariado en Barcelona?

Es difícil, al menos en mi caso, poder decir de una manera clara y concisa, cuántos días trabajé y cuántos tuve libre. Es que cuando uno llega a un lugar para crear contenido, primero tiene que ser parte de ese lugar. Se tiene que sentir cómodo. Tiene que ser en el lugar, no estar. Tiene que hacer de ese lugar su casa, para así descubrir pequeños secretos que van a darle al contenido, un salto de calidad.

Esto genera que a veces, por horas y horas, uno no agarre la cámara y solo observe atentamente lo que pasa en el lugar (en este caso el hostel). También genera que, algunos días, la cámara sea una extensión de la mano y esté filmando todo el tiempo. Es difícil desconectarse y decretar tal o tal día como día libre. Siempre hay algo pasando, más en un hostel y más en una ciudad como Barcelona.

Es importante que tu anfitrión entienda esto y, en mi caso, así fue. Me dieron total libertad para moverme, filmar, borrar y volver a filmar. Y eso no tiene precio. Esa libertad se transformó en química, en interminables charlas, con alguna que otra cerveza de por medio. 

El contenido iba apareciendo solo porque en un abrir y cerrar de ojos, los momentos, esos que son difíciles de olvidar, se empezaron a generar. Y eso es siempre lo más importante. No sólo para el contenido que uno crea, sino para la vida, para el viaje. Sin momentos o experiencias, nada tiene sentido.


voluntariado en Barcelona - la Sagrada Familia - Worldpackers

Que pintar un mural, que una cena, que entrevistas a un voluntario, que entrevistas al encargado, que un walking tour, que esto o aquello. De repente me vi envuelto en un torbellino de eventos, todos generados de manera espontánea y todos dignos de ser filmados. Editaba por la mañana lo que había filmado el día anterior. Filmaba por la tarde o noche, lo que quería editar al día siguiente. 

Dejaba de tomar el café para ir, corriendo, a buscar el trípode y filmar lo que mis ojos veían. Si. Esa noche de paella no podía no quedar grabada. Así durante todos los días. Moviéndome a gusto por los pasillos de un edificio que, aunque muchos le digan hostel, para mi fue casa.

Dejé el hostel, con tristeza y nostalgia, envuelto en promesas de futuros (re) encuentros. Que vengan a visitarme. Que venite en verano. Que las puertas están siempre abiertas. Que nos debemos una cerveza. 

Caminé solo y sonriendo, con el sol invernal pegándome en la cara y dándome un poco de calor, hacia el tren, con destino al aeropuerto. Durante los veintisiete minutos que el viaje duró, miré por la ventana y recordé. Recordé por qué me gustan tanto los voluntariados. Recordé y agradecí, haber visto a Barcelona desde esta óptica.

Si también quieres hacer un voluntariado en Barcelona o en cualquier parte del mundo, recuerda que a través de Worldpackers puedes encontrar cientos de opciones alrededor del mundo para intercambiar tus habilidades por alojamiento y otros beneficios. 



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