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Viajar haciendo voluntariados me ayudó en mi profesión: mi experiencia en Nueva Zelanda

Aquí te cuento mi experiencia sobre cómo un voluntariado en Nueva Zelanda me abrió las puertas para desarrollar mis habilidades profesionales y sociales.

8min

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Hoy en día, viajar haciendo un voluntariado es algo bastante común (por suerte). ¿Por qué digo esto? Porque entre la desinformación que existía al respecto más el prejuicio de los que poco saben pero les encanta opinar, viajar haciendo un voluntariado no siempre fue una tarea fácil. Pero por suerte todo cambió y hoy es moneda corriente.

Viajar haciendo un voluntariado (tomando los recaudos necesarios) implica tres experiencias extraordinarias que no pueden ser más que positivas: 

  1.  Podemos viajar a largo plazo ahorrando muchísimo dinero (no pagamos alojamiento y muchas veces hasta recibimos comida)
  2. Nos adentramos en la cultura que estamos visitando y
  3. En caso de estar viajando solos es una oportunidad increíble para conocer más viajeros con nuestros mismos intereses.

Desde mi punto de vista, viajar haciendo un voluntariado es una de las formas más gratificantes de viajar. No solo por los tres motivos que nombré anteriormente, sino por cuestiones aún más personales.

Hacer un voluntariado nos permite crecer como personas, desarrollar habilidades sociales (sí o sí tenemos que interactuar con quienes nos hospedan), practicar un idioma (si estamos en un país donde se habla una lengua distinta a la nuestra) y perfeccionar alguna habilidad; por ejemplo si estamos haciendo voluntariado en una granja y nos encanta la permacultura.

No hay absolutamente nada negativo en viajar haciendo un voluntariado, siempre y cuando elijamos dónde lo vamos a hacer con suma dedicación. Si el punto de viajar con esta modalidad es simplemente ahorrar dinero, pues ya la decisión deja de ser tan compleja. Ahora, si además quieres sacarle un buen provecho y convertirla en una de las mejores experiencias de tu viaje, entonces es super recomendable que te tomes el tiempo de elegirla a consciencia.

¿Pensando en trabajar en Nueva Zelanda? Esto es Lo que necesitas saber antes de viajar con una visa Working Holiday Nueva Zelanda.

Mi experiencia haciendo un voluntariado en Nueva Zelanda

A lo largo de mis años de viaje he hecho voluntariados en varios países, pero mi primera experiencia (y una de las más interesantes) fue en Nueva Zelanda; un país que me parece ideal para incursionar en esta forma de viajar. Sobre todo si les encantan las granjas orgánicas y los trabajos de campo. 

Dicho esto, igual tengo que admitir que las razones por la que en ese momento decidí hacer un voluntariado fueron dos: ahorrar dinero en alojamiento y vivir con una familia local.

Durante un mes, terminé viviendo y trabajando en un hotel en un pueblo en la Isla Norte, ubicado bien arriba en la montaña, a 70km de la ciudad de Gisborne. La dueña del hotel era una mujer soltera que vivía con su hija de unos 20 años. Ambas se encargaban de llevar el negocio adelante. 

Y no se trataba sólo del hotel, sino que además administraban el único bar y restaurant del lugar (comida casera preparada por ellas, por supuesto), la mantención del jardín con varios vegetales que utilizaban en la cocina y además la hija adiestraba caballos para competencias y perros pastores.


Viajar haciendo voluntariados me ayudó en mi profesión: mi experiencia en Nueva Zelanda - Worldpackers - montañas con picos nevados en Nueva Zelanda

¿Qué recibía a cambio de mi voluntariado?

El arreglo era super atractivo: por 4 horas de trabajo 6 días a la semana, me daban las 3 comidas y el alojamiento que consistía en un departamento privado fuera del hotel, con Wifi incluido.

 Lo mejor de todo fue que al llegar al hotel me di cuenta que en realidad no eran 4 horas, sino básicamente terminar el trabajo del día, que a veces llevaba sólo 1 hora y media (por ejemplo cuando no había check outs). 

Pero obviamente, esto incluido de palabra o mejor dicho, sentido común, cuando los fines de semana había algún evento privado, tal vez trabajaba 6 horas. Pero era super lógico ya que tal vez el resto de la semana sólo había trabajo dos horas por día como mucho.

Haber trabajado un mes en un hotel, y en todas las áreas, me permitió entender el rubro como nunca antes. Porque podía estar en el backstage de cualquier área que quisiera. Además de la limpieza, hice algunos check-ins, ayudé en la cocina y atendí en el bar. Todas cosas que jamás había hecho en mi vida y lo estaba haciendo en una lengua que no era la mía y pudiéndome sacar todas las dudas que me surgían a lo largo del día.

Mira todas las opciones para hacer voluntariado en Nueva Zelanda

¿Vale la pena viajar haciendo voluntariados?

Depende el rubro en el que elijas hacer tu voluntariado, éste puede resultar incluso mucho más útil que una pasantía no remunerada. En las pasantías no tienes la posibilidad de convivir con tus jefes y enterarte del trasfondo de la empresa y poder ser parte de visiones más personales. Y si bien todo lo que aprendí durante ese mes, no sólo tenía que ver con housekeeping, el hecho de haber trabajo un mes en un hotel me ayudó a conseguir futuros trabajos en esa área, que era algo en lo que no había trabajo jamás hasta ese entonces.

Hacer un voluntariado es clave para poder profesionalizarnos y desarrollar una habilidad que nos interesa, o para hacer como primer trabajo y poder ponerlo en el CV para aplicar a esos lugares que en los que nos encantaría trabajar pero sí o sí nos requieren experiencia en el rubro (y nadie te contrata sin experiencia y caemos en ese círculo vicioso del que a veces es difícil salir). 

Los voluntariados suelen ser de los pocos lugares que van a aceptarte sólo por tu buena voluntad, incluso si aún eres un inexperto en el tema. Mientras muestres iniciativa y honestas ganas de aprender, de seguro te aceptarán.


Viajar haciendo voluntariados me ayudó en mi profesión: mi experiencia en Nueva Zelanda - Worldpackers - granja con montañas de fondo en Nueva Zelanda 

Viajar haciendo voluntariados te abrirá las puertas profesionalmente

Formar parte de voluntariados nos da esa particularidad de tener una actitud de prueba y error. No me refiero a que puedes hacer cualquier cosa durante tu experiencia, al contrario, se supone que deberías tomarte tus tareas con la misma responsabilidad que si estuvieses haciendo un trabajo pago

Ahora, como no deja de ser un voluntariado y lo más probable es que sea la primera vez en tu vida que estés haciendo ese tipo de tarea, quienes te hayan aceptado lo saben y van a estar esperando que te equivoques. Y eso te da la posibilidad de aprender sin nervios al error. Y lo mejor de todo, de tener a alguien al lado que te acompañe en el crecimiento y al que puedes pedirle consejo de primera mano. 

Es muy raro que en una empresa puedas pedirle consejos directamente al dueño apenas empezaste a trabajar, mientras que en un voluntariado es el dueño mismo quien te contrató. Y es super aconsejable que siempre tengas esa actitud: una actitud proactiva de aprender todo lo que sea posible. No desaproveches la oportunidad de una especie de mentoría uno a uno que no siempre se da.

Gracias a ese mes en el medio de la nada, conviviendo con una madre soltera y su hija, desarrollé un montón de habilidades y no todas tenían que ver con housekeeping. Por ejemplo, conocer a Mary, la hija de la dueña, fue unos de los tantos disparadores que me permitieron crecer como mujer a lo largo de mis viajes. 

Haberla visto trabajar y ser una experta, a sus 20, en un mundo donde predominaban los hombres (de hecho, ella era la única adiestradora mujer y la más joven de todos) forjó muchísimo la actitud con la que me moví en ambientes similares años después. Y la actitud de la dueña, madre que tuvo que criar a su hija sola luego de que el padre desapareciera cuando ella estaba embarazada, habiéndose puesto el negocio al hombro y habiéndolo sacado adelante sin la ayuda de nadie, fue una inspiración que hasta el día de hoy recuerdo.

Además, es probable que quienes te hospeden se ofrezcan a llevarte a recorrer la zona (en caso de estar en un lugar aislado) o que te presten bicicletas (¡o incluso un auto!) para que puedas manejarte con libertad y aprovechar tu tiempo libre para recorrer. Esto, por supuesto, depende del lugar y las personas que te alojen pero suele darse bastante seguido.

Haber aceptado un voluntariado en ese pueblito tan en el medio de la nada, me permitió conocer la cultura de esa zona de una forma que hubiese sido imposible de haber estado solo de paso por el lugar. El hecho de poder compartir una comida con quienes te alojan y son tus jefes, da la posibilidad a que surjan charlas que van a revelarte y educarte más que cualquier noticia que puedas leer online. De hecho, puede que te hospedes en lugares de los que los noticieros ni siquiera se preocupan en registrar. 

Los problemas sociales, las dificultades del día a día, nada de eso habría llegado a mi alcance si no hubiese decidido invertir un mes de mi vida en compartir con esas personas que permanecerán en mi cabeza a lo largo de toda mi vida.


Viajar haciendo voluntariados me ayudó en mi profesión: mi experiencia en Nueva Zelanda - Worldpackers - ovejas con vista sobre acantilado en Nueva Zelanda 

Haciendo un voluntariado puedes desarrollar tus habilidades sociales

En esta primera experiencia no había otros voluntarios, ya que en ese momento era temporada baja y con sólo un poco de ayuda cubrían todos los puestos que necesitaban. Pero los voluntariados suelen ser lugares espectaculares para conocer otros viajeros con nuestros mismos intereses (por algo terminamos todos en el mismo lugar). Así que si estás viajando solo y también te interesaría conocer gente de otras partes del mundo, ésta es una de tus opciones más efectivas.

Mi consejo es que aproveches esta oportunidad no sólo para ahorrar en alojamiento y comida, sino que la tomes como la posibilidad de crecer personal y profesionalmente.

 Que elijas un lugar por las personas que te interesaría conocer, su historia de vida, su día a día, y la habilidad que te mueres por aprender o perfeccionar. Y elige esos lugares a los que de otra forma no podrías acceder. No debes trabajar en un hostel para poder acceder a una ciudad, pero sería muy complicado que puedas ir a una selva en el medio de la nada y pasar tiempo con una familia sólo porque sí. Tal vez la casa de esa familia ni siquiera aparecería en tu mapa. ¡Aprovecha a conocer esos lugares a los que nadie va!

Sin lugar a dudas, viajar haciendo un voluntariado es una de las mejores formas de viajar. ¿Qué estás esperando para lanzarse a la aventura? Worldpackers tiene varios convenios para hacer voluntariado en Nueva Zelanda así que no tienes excusas. 

Desde granjas orgánicas hasta escuelitas rurales y hostels, tanto en la Isla Sur (mi favorita) como en la Isla Norte, la variedad de experiencias dentro de la plataforma es buenísima, solo les queda animarse a vivirlas. ¡Buenas rutas!



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