Mi primera experiencia haciendo un voluntariado social en África

Aunque esta era mi primera vez como miembro de la comunidad de Worldpackers, los dos veranos anteriores ya había realizado voluntariados sociales con duración de un mes en Marruecos y Palestina.

El poblado donde vivía, llamado Have Etoe, era muy humilde. Me alojé en una familia de acogida donde vivían tres niñas que acudían a la misma escuela donde yo daba clase.

Durante el mes que estuve, compartí habitación con otra voluntaria alemana; teníamos dos colchones en el suelo y alguna esterilla más para colocar la ropa. Cada mañana nos dábamos una ducha fría en el exterior antes de ir a la escuela, ya que no había agua corriente.

Una vez en la escuela, la mujer del anfitrión nos preparaba el desayuno a los tres voluntarios antes de que comenzasen las clases. 

Cuando llegaban todos los niños los repartían en distintas clases por rango de edad y nosotros nos encargábamos de las lecciones como apoyo a los profesores locales o en muchas ocasiones los sustituíamos. A la hora del recreo comíamos allí mismo y después continuaban las clases.

Solíamos acabar el día a media tarde, hora a la que nos íbamos a explorar el pueblo mientras veíamos a los niños irse a sus casas. 

En Have Etoe no había mucho que hacer, así que la mayor parte de los días íbamos al bar del pueblo donde jugábamos a las cartas al son de los ritmos africanos del bar o veíamos alguna película en el ordenador de un voluntario.

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Mi primera experiencia haciendo un voluntariado social en África

Durante mi estancia disfruté de cuatro fines de semana libres. En el primero de ellos fui a visitar la cascada más grande del país y un santuario de monos. Cuando llegó el segundo nos fuimos a nadar al lago volta ya que estaba muy próximo a donde vivíamos.

Sin embargo, el fin de semana más divertido y original fue el tercero: el festival Agadevi se celebraba en nuestro pueblo. Para la ocasión, todos nos hicimos unos trajes con el mismo patrón y bailamos al ritmo de los tambores y de las escopetas todo el fin de semana.

Antes de volver a España, el último fin de semana, hicimos una escapada un poco más lejos y nos fuimos a la costa en el Golfo de Guinea. Después de un genial fin de semana en el pueblo costero de Ada Foah, pasamos una noche en la capital antes de que yo cogiese el vuelo.

En este viaje gasté aproximadamente 200€, 25€ a la semana. Ghana es un país barato y como nos daban las comidas en la escuela en mi pueblo no había demasiados gastos a la semana más que la compra diaria de agua. 

Durante los viajes he comprobado que la comida africana también es muy barata, pero es apta únicamente para personas que soporten bien el picante, en caso contrario el gasto en comida será mayor.

La experiencia de este voluntariado social en África ha sido muy buena; aprendí muchas cosas que me llevaré siempre conmigo. Principalmente, cuando uno hace un voluntariado aprende a apreciar en mayor medida las cosas que tenemos en el día a día y que no nos parecen importantes, como que salga agua de un grifo o un techo bajo el que dormir.

Por otro lado, cuando visitas diferentes culturas sueles descubrir gente maravillosa, quizás en Europa nos hemos vuelto más egoístas y egocéntricos, y cuando viajas a África te das cuenta que hasta el que menos tiene está dispuesto a ayudar y compartir con los demás.

Por tanto, un voluntariado social es una experiencia increíble. Sin embargo, los voluntarios debemos ser personas abiertas y flexibles, agradecidas y siempre dispuestas a ayudar a los demás y no únicamente mirar por el interés de uno mismo.