Hacemos un recorrido por la comida típica de Brasil conociendo sus platos más emblemáticos que recomendamos probar en un viaje.
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Aunque a nivel internacional la gastronomía brasileña sea asociada principalmente con las churrascarías, esto no hace justicia a la enorme variedad de sabores e ingredientes que presenta.
En un país tan extenso y con una historia tan fuerte, sus platos no son solo una suma de ingredientes que combinen bien.
La comida típica de Brasil es una fusión de influencias indígenas, africanas y europeas, lo que la convierte en una cocina única y llena de sabores auténticos. Cada plato cuenta una historia y refleja la diversidad cultural del país.
Estos son los platos y postres que te recomendamos buscar en tu viaje a Brasil.
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Cuando pensamos en Brasil, además del fútbol y el carnaval, su gastronomía nos llena de curiosidad y fascinación. Entre sus platos más emblemáticos se encuentra la feijoada, considerada por muchos como el alma de la cocina brasileña. Pero ¿qué hace a este plato tan especial?
Originalmente concebida como un guiso humilde preparado por esclavos con los restos que les dejaban sus patrones -principalmente partes menos nobles del cerdo y frijoles negros-, hoy representa un verdadero festín culinario que se conoce fuera de sus fronteras.
Aunque cada región le da su toque personal, hay elementos básicos que no pueden faltar: frijoles negros, carne seca (jabá), costillas de cerdo ahumadas, chorizo portugués o morcilla. Se suele acompañar con arroz blanco, farofa (harina de mandioca tostada), rodajas naranja para cortar la grasa y hojas verdes frescas.
En Río De Janeiro prefieren añadir piezas adicionales como orejas y patas de cerdo mientras tanto en Sao Paulo optan por una versión más ligera omitiendo estos ingredientes pero sin perder ese sabor característico. Mientras tanto en Bahía notaremos influencias africanas marcadas donde especias picantes dan vida a esta tradicional receta haciéndola aún más vibrante si cabe.
El acarajé no es solo un plato típico de Brasil; es una experiencia cultural que refleja la historia y el alma de Bahía. Este delicioso bocado, con raíces africanas profundas, ha conquistado paladares a lo largo de Salvador, convirtiéndose en mucho más que comida callejera.
Está hecho a base de frijoles blancos molidos, cebolla y sal, todo frito en aceite de dendê (aceite de palma), un ingrediente clave que le da ese color vibrante y sabor único.
Encontrarás vendedores ambulantes o "bahianas" ataviadas con vestidos tradicionales blancos ofreciendo acarajés calientes por todas partes. Se sirve abierto como si fuera un bollo relleno con camarones secos picados, vatapá (una pasta cremosa hecha con pan rallado o harina fina mezclada con puré de camarón y leche de coco), ensalada fresca y salsa picante opcionalmente.
Se reconoce oficialmente al acarajé como patrimonio inmaterial, destacando así su importancia dentro del tejido social y cultural bahiano.
Este guiso de pescado, lento en su preparación para mayor sabor, ofrece una ventana a las tradiciones costeras del país.
Cada versión de este platillo cuenta una historia distinta. La moqueca baiana, con su base de leche de coco y aceite de palma (dendê), lleva el calor y los colores del estado de Bahía a tu mesa. Por otro lado, la moqueca capixaba, originaria de Espíritu Santo, se caracteriza por ser más ligera, utilizando aceite vegetal y sin leche de coco.
Ambas versiones comparten ingredientes como tomate, cebolla y cilantro pero divergen en sus sabores únicos debido a estas diferencias clave.
Las raíces históricas de la moqueca pueden rastrearse hasta los indígenas tupinambás que habitaban la costa brasileña antes de la llegada portuguesa. Ellos cocían sus alimentos en hojas verdes sobre brasas directamente, un método llamado "moquém". Con el tiempo, y debido al intercambio cultural traído por colonizadores europeos e inmigrantes africanos durante el siglo XVI, llegaron nuevos ingredientes como el aceite de dendê y el cocotero, añadiendo profundidad al plato tal como lo conocemos hoy.
El pão de queijo es más que un simple panecillo; es una joya culinaria nacida en los corazones y hogares de Minas Gerais. Este bocado ha trascendido fronteras, convirtiéndose en sinónimo del calor y la hospitalidad brasileña.
Aunque hoy brilla en cafeterías alrededor del mundo, el pão de queijo comenzó como una solución creativa ante la escasez. En las haciendas mineras donde el trigo era escaso pero abundaba la mandioca (yuca), los cocineros encontraron en este tubérculo la base perfecta para crear algo único. Mezclando su harina con queso, dieron vida a estos pequeños panes que rápidamente se ganaron el corazón de todos.
Su textura única e irresistible sabor no tardaron en convertirlo en un emblema regional antes de conquistar todo Brasil, pero siempre respetando ese carácter distintivo que lo define: exterior crujiente con un interior tierno y aireado. Es esta dualidad lo que seduce paladares globalmente y explica por qué continúa expandiendo su presencia internacionalmente.
Aunque su origen exacto se pierde en el tiempo, se cree que la coxinha nació como una manera ingeniosa de aprovechar las sobras del pollo. Lo cierto es que esta delicia comenzó a ganar popularidad en los salones aristocráticos del siglo XIX antes de hacerse camino hacia las calles y corazones del pueblo brasileño.
Actualmente, encontramos este tentempié relleno principalmente de pollo desmenuzado mezclado con queso crema o catupiry (un tipo local muy cremoso), todo esto envuelto por una masa dorada y crujiente tras ser frita. La forma característica parecida a una lágrima o pera le da parte de su encanto único.
Lo que nació como una preparación de la clase alta, ahora es una comida típica de Brasil que no diferencia bolsillos, puedes encontrarla en lujosos restaurantes como en humildes puestos callejeros repartidos por todo el país. Su versatilidad también ha permitido que surjan variaciones regionales únicas; algunas incluyen ingredientes típicos locales como carne seca o camarón y también hay versiones vegetarianas con yaca.
Este delicioso guiso se ha convertido en un símbolo culinario de la región nordeste de Brasil. Su origen se remonta a las tradiciones indígenas brasileñas, combinadas con influencias africanas traídas durante el periodo colonial.
La base del plato es una crema espesa hecha con mandioca (también conocida como yuca), leche de coco, camarones y otros condimentos que le dan un sabor único e inolvidable.
Seguimos en el nordeste para conocer otro de los platos típicos de Brasil, originario del estado de Ceará.
Compuesto principalmente por arroz y frijoles negros o carioquinha (una variedad local), se le añade carne seca desmenuzada y queso coalho, creando así un sabor inigualable.
Su preparación puede variar ligeramente según la región, pero siempre mantiene esa característica mezcla entre lo salado del charque, lo cremoso del queso coalho fundido sobre el arroz con frijoles perfectamente cocidos.
El pastel es una popular comida callejera típica de Brasil que consiste en una masa rellena y frita, como si fuera una empanada.
Se elabora con una masa delgada y crujiente, que se rellena tradicionalmente con una variedad de ingredientes como carne molida, pollo desmenuzado, queso, camarones, verduras, entre otros. Estos rellenos se sazonan con hierbas y especias, otorgándoles un sabor delicioso.
Los pastéis son ampliamente vendidos en puestos callejeros, ferias y mercados, por lo que seguramente sea uno de los snacks que te acompañen en tus rutas por Brasil.
La gastronomía de Brasil también incluye una gran variedad de dulces, desde luego, y los brigadeiros son uno de sus más populares.
Nacieron de la necesidad, justo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los ingredientes para hacer postres eran escasos. Este manjar utiliza leche condensada, cacao en polvo y mantequilla, ingredientes que estaban más disponibles durante ese tiempo.
Se dice que recibió su nombre en honor a Eduardo Gomes, un brigadier del ejército brasileño que era conocido por su amor hacia este dulce. Con el paso del tiempo, esta golosina pasó de ser una solución creativa a la escasez a convertirse en uno de los postres más queridos y representativos del país.
Su popularidad es tal que no hay celebración brasileña completa sin ellos. Desde cumpleaños hasta bodas y fiestas infantiles, todos disfrutan de estos pequeños pero poderosos bombones como si fuesen parte indispensable del menú festivo.
El açaí, ese pequeño pero poderoso fruto de la palmera Euterpe oleracea, es mucho más que un simple ingrediente en batidos y tazones. Originario del Amazonas brasileño, este superalimento ha trascendido fronteras para convertirse en una tendencia global saludable. Pero ¿cómo se prepara típicamente en Brasil y cuál es su historia?
En sus orígenes, el açaí era consumido por los pueblos indígenas del Amazonas como parte fundamental de su dieta. Lo interesante es que no solo lo valoraban por sus propiedades nutricionales sino también por la energía sostenida que proporcionaba. Tradicionalmente, se recoge manualmente durante la temporada de cosecha entre julio y diciembre.
La preparación tradicional brasileña comienza con la extracción del jugo del fruto oscuro después de ser remojado en agua para ablandarlo. Luego se mezcla hasta obtener una pasta espesa. Este puré suele combinarse con plátano y granola; sin embargo, actualmente existen infinitas variaciones incluyendo frutas frescas, semillas y mantequilla de maní.
Más allá de su popularidad gastronómica, el acai destaca por sus impresionantes beneficios para la salud, tales como altos niveles antioxidantes. Además, contribuye a mejorar nuestro sistema inmunológico gracias a su riqueza vitamínica.
Disfrutar de un buen açaí en las playas de Brasil es un verdadero placer.
Otro dulce típico de Brasil es la paçoca, elaborado principalmente con maní triturado y azúcar.
Esta golosina se presenta en forma de una especie de polvo compacto, que se puede encontrar en barras o en forma de pequeños trozos, y muchas veces es agregada en otras preparaciones como el açaí.
La paçoca es popular durante todo el año, pero especialmente durante festividades como las fiestas juninas. Es apreciada por su textura crujiente y su sabor característico a maní, convirtiéndola en un dulce emblemático de la gastronomía brasileña.
Este postre típico de Brasil, que combina la textura suave y gelatinosa con el intenso sabor del coco y las yemas de huevo, es una verdadera experiencia para tus sentidos.
Su origen se remonta al siglo XVII en Portugal, pero fue en Brasil donde encontró su verdadero hogar. La influencia africana transformó esta receta europea utilizando ingredientes locales como el coco rallado, dando vida así al quindim que conocemos hoy. Es interesante cómo este postre refleja la mezcla cultural tan característica de Brasil.
Los ingredientes básicos son simples: azúcar, huevos (principalmente yemas) y coco rallado; sin embargo, cada chef o familia agrega su toque personal haciendo cada quindim único.
Aunque encontrarás variantes por todo Brasil, hay lugares famosos por sus versiones excepcionales del plato. Si tienes la oportunidad, visita Bahía y otros estados nordestinos donde podrás degustar algunas de las mejores interpretaciones del quindim tradicional.
Para concluir este viaje por la comida típica de Brasil, deberíamos relajarnos con un buen cóctel, y ninguno más emblemático que la caipirinha.
La historia nos lleva a principios del siglo XX en el estado de São Paulo. Originalmente era una medicina casera utilizada para combatir la gripe española, mezclando aguardiente (cachaça), lima, azúcar y hielo. Con el tiempo esta receta trascendió las fronteras sanitarias para conquistar bares y hogares brasileños.
Fue durante los años 20 cuando su fama empezó a expandirse gracias al creciente turismo interno impulsado por las mejoras en infraestructura vial y ferroviaria. Los viajeros regresaban a casa llevándose consigo recetas e historias sobre esta bebida refrescante.
Su nombre deriva del término "caipira", que refiere al habitante rural del interior brasileño; añadiéndole "inha", diminutivo cariñoso que denota afecto hacia este trago tan arraigado en la cultura popular.
Aunque los ingredientes estándar se mantienen desde sus inicios, se han creado versiones alternativas usando diferentes frutas e ingredientes locales para darle una vuelta de tuerca, lo que demuestra su versatilidad y popularidad perdurable.
Muchos de los platos típicos de Brasil que vimos tienen un sabor especial cuando los comes en una casa, acompañado por tus anfitriones y conociendo los detalles que yendo a un restaurante no podrías experimentar.
Una gran manera de adentrarte en la cultura brasilera es siendo parte de un voluntariado, en los que ayudarás algunas horas al día en algún proyecto que te interese a cambio de alojamiento y, en muchos casos, comidas.
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Además de permitirte viajar sin pagar alojamiento, pasar un tiempo rodeado de gente local te hará conocer mucho más a fondo sus tradiciones y llegar a lugares que como turista pasarías por alto, además de desarrollar nuevas habilidades (como aprender portugués) y contactarte con voluntarios de distintas partes del mundo. Todo esto lo hace un plan ideal al viajar de mochilero.
Estos son algunos ejemplos de vacantes de voluntariados en las cuales podrías participar:
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